Y a no te recordé como aquella, que un día estuvo en mi mente. Como si fueras de ella, su dueña, Dejaste en mi huerto tu perfume, pero este, se disipó como neblina matinal, debido al perfume de los tulipanes y rosales, hoy marchitos por tu adiós, el que yo, por cierto, te obligué a decir. Y mirando hacia las nubes del cielo, cayó sobre mis mejías, una hoja seca, tan seca como mi despedida, junto a esos recuerdos felices, que me ponen triste. Y nombré susurrando tu nombre, viendo tu silueta en el lejano horizonte. El rostro sin voz que era mio, y se fue, como el agua que corre entre los dedos. Ya no te busque con dulce agonía, como lo hice por aquellos días. Porque desde aquel instante tu imagen se llego a convertir, en un recuerdo, nada mas, que en un recuerdo gris, que poco a poco se desvanece, y que poco a poco al recordar, con paupérrimas ganas, llega lerdo y desaparece.