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Mostrando entradas de enero, 2015

Ya no te recordé

Y a no te recordé como aquella, que un día estuvo en mi mente. Como si fueras de ella, su dueña, Dejaste en mi huerto tu perfume, pero este, se disipó como neblina matinal, debido al perfume de los tulipanes y rosales, hoy marchitos por tu adiós, el que yo, por cierto, te obligué a decir.   Y mirando hacia las nubes del cielo, cayó sobre mis mejías, una hoja seca, tan seca como mi despedida, junto a esos recuerdos felices, que me ponen triste.  Y nombré susurrando tu nombre, viendo tu silueta en el lejano horizonte. El rostro sin voz que era mio, y se fue, como el agua que corre entre los dedos. Ya no te busque con dulce agonía, como lo hice por aquellos días. Porque desde aquel instante tu imagen se llego a convertir, en un recuerdo, nada mas, que en un recuerdo gris, que poco a poco se desvanece,  y que poco a poco al recordar, con paupérrimas ganas, llega lerdo y desaparece.

Volar (Aguila II)

V uela alto, como el águila, que vuela los cielos, con fuerza y anhelo.  Águila mujer, vos que me recordás, dejá de mentarme, hazlo con todas tus fuerzas... ...aunque estas carezcan,  y seguí adelante. No mirés atrás. ´Porque nada dejás, mas que tus lágrimas de manantial, pesar, y lividinosidad nocturnal. Y he de verte yo, volando lejos, en otro cielo. Uno que no es eterno, uno que es inmenso y bello. Y mientras más cerca, estés de tu destino, de mí estarás más y más lejos. Y cerca con una cerca hacia ti mi paso.  Mientras alces tu vuelo, no veas atrás por favor, porque atrás estoy yo. Porque sabés que, mi rostro te causa dolor, y una injusta agitación. Dejá que sea tu vuelo,  algo por tu bien y el mio. Y no importa si me queda un horrible vacío. Vuela alto, como vuela el águila, y que tus ojos y tu piel, hagan una sinfonía con el cielo azul, Aunque para mi tu rostro, sea como la melodía,  que no puedo de mi cabeza sacar.

Aguila

S ea hallada bendita , el alma humana, que vuela, como vuela el águila. Abre sus alas, y con sus ojos logra ver, mas allá que tú y mas allá que yo. Vivir, vivir y nunca morir. Por siempre existir en tí. Y reposar en el universo inmenso. Un sueño inconcluso, consumado en mi mente, y en la tuya no. Ver desde lejos , aquella lágrima y aquel gemir. Tener el sabor de tu boca en mí. Se convirtió pues, nuestra historia , en una pírrica victoria, para el eterno olvido. Volar, volar, como vuela el águila, sin cansarse, ni estar triste. Sea hallada bendita el águila. Porque se olvida de la tempestad, porque alto vuela, y no repara en temor.  Y aunque sea triste el recordar, tienes que ser como el águila, que no mira hacia atrás. Porque mientras ella desaparezca, con las nubes de los cielos, en mi mente parecerá como que no se va. Me quedaré perdido en mi mirar, hacia el cielo. Y tu recuerdo inverosímil,  seguirá en mis adentros. 

Adios....

E l oleaje del mar insiste en que diga que te quiero, el viento que de lejos me empuja a hacerlo, y no puedo. Clava en mis ojos, rosas, espinas y cardos rojos.   Quisiera expresarlo, y justo a punto, me quedo mudo. El dolor y el amor llegan siempre juntos.  Son como el agua de mar y su sal.  Como el volcán y su lava y como el ojo y la lágrima, esa que con silentes gritos se asoma... ...en la lámpara de mi alma y mi rostro rasga, cuando veo hacia el cielo y veo todo negro, porque en mis ojos hay eterna noche,  e invierno eterno en mis entrañas.  Porque aquella dama que un dia soñé seria mía, marchando va con un velo en el rostro y en su mano una sortija. Se va mi sueño, con ella se va,  y sangra mi corazón, cascadas de sentimientos y recuerdos. No busco la razón, no busco una explicación. A través de mi ventana, he visto su dolor. Y ya no será mi abrazo, considerado su abrigo, aquel que ella buscaba todo el tiempo, par

Aquella carta

 C uando la vi por primera vez,  lo que sentí, plasmé en un papel, mas yo sabia que jamás existiría, algún sentimiento de ella para mí. Utopía! comencé a escribir, aquella carta, que conservo todavía, y que por temor, nunca le daría.   Fatal, e irreal fantasía. Fui, esclavo de mi dolor,   gusté la cobardía, esa de no mirarle con valentía. Y aquí estoy, como ayer... ...Escribiendo en el mismo papel, escribiendo versos tristes, escribiendo versos grises, ¿que sé yo lo que puede parecer?    Aun siento el leve aroma, de esta tan sutil hoja. La que sus manos nunca palparán, y las palabras que sus ojos jamás leerán. Porque ella se fue,  al interior de la tierra, Ahora ella, y su corazón, son parte ya del silencio eterno. Y nadie, sino yo, puede entender, que mas que escribirle, yo, debí leerle la carta. Como cuando aquella, primera vez...le sonreí, su cara fue brillo de sol, que abrían los pétalos de un girasol. Y en mi tormentoso vend