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Aquella carta

 Cuando la vi por primera vez, 
lo que sentí, plasmé en un papel,
mas yo sabia que jamás existiría,
algún sentimiento de ella para mí.

Utopía! comencé a escribir,
aquella carta, que conservo todavía,
y que por temor, nunca le daría.  
Fatal, e irreal fantasía.

Fui, esclavo de mi dolor, 
gusté la cobardía,
esa de no mirarle con valentía.
Y aquí estoy, como ayer...

...Escribiendo en el mismo papel,
escribiendo versos tristes,
escribiendo versos grises,
¿que sé yo lo que puede parecer?
  
Aun siento el leve aroma,
de esta tan sutil hoja.
La que sus manos nunca palparán,
y las palabras que sus ojos jamás leerán.

Porque ella se fue, 
al interior de la tierra,
Ahora ella, y su corazón,
son parte ya del silencio eterno.

Y nadie, sino yo,
puede entender,
que mas que escribirle,
yo, debí leerle la carta.

Como cuando aquella,
primera vez...le sonreí,
su cara fue brillo de sol,
que abrían los pétalos de un girasol.

Y en mi tormentoso vendaval, 
no pude evitar sentir,
que perdía algo,
que jamás fue, ni seria mio.

 Que por mi seco ser,
mi lengua no habló,
pero mi puño escribió,
 y por mi culpa, ella no leyó.

Hoy, ella duerme profundo.
 Yo, estoy a su lado, 
desconsolado, pero no puede notarlo.
Porque ya es inactivo su estado.

Mía, la culpa es mía! En mi cabeza,
como miles de estrellas,
son los pensamientos sobre ella,
Pero ninguno se hará realidad.

Como quisiera yo, que tus ojos me vieran,
y tus oídos me oyeran,
y poderte decir que te amé, 
con todo mi ser.

Como desearía yo, poderte decir, entre mis gritos,
y entre mis sollozos balbuceantes:
"Aquí esta tu carta, amor, 
la que por años te escribí... pero nunca te dí."

Pero ahora ya es demasiado tarde,
es como llegar al mar deseando ver la puesta del sol,
y encontrar que solo,
 hay un paisaje aterrador y oscuro.
  
Y entonces volver en la la mañana,
esperando ver un amanecer,
y encontrar solo el torrencial aguacero,
que ahora que te vas, sobre mí, empieza a caer.

Y mi vida será como las huellas que dejé 
en la arena mojada del mar,
esperando que poco a poco o de repente,
el agua y la sal, eternamente la puedan borrar.

Ya miraba yo las nubes pasar,
como su vida que pasó, y como aquella rosa carta,
que silentemente ella me escribió y me dio,
y que yo por siempre llevaré, en mi corazón.





Comentarios

  1. Saludos. Muy triste pero hermoso poema. A veces hay que arriesgarse al amor aunque se tema que no será correspondido, para no vivir en incertidumbre y arrepentimientos, pero eso sí, si no es correspondido entonces dejarlo ir, porque sino entonces se vive arrepentido de haberlo hecho, es duro. Éxitos!

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