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Mostrando entradas de febrero, 2018

Desnuda

 Q uiero verte desnuda. Ante mi, desabrigada. Despojada, de tus temores. Desnudate ante mí. De aquellos pensamientos grises, quitate la ropa. Que la promesa hecha... viva para siempre. Te amo. Y no puedes negarlo. ¿Como no amarte? Si tu sonrisa, es un rocío, en un nocturno desierto frio y sombrío. Quiero verte desnuda, despojada toda, de tus temores, y de aquella palabra que te desalienta. Desnudate...lentamente, ante el calor de la llama, ardiente en mis ojos, deja que yo mate tus penas, aquí en mi pecho. Y veo mis manos, enredadas a las tuyas, como el injerto, de un clavel, en un rosal del que mana miel. Desnudate, sí, ante mi piel. Cuéntame, del sueño aquel, que no queda en el olvido, y que recuerda lo prohibido. Quiero verte desnuda. Que muera en ti, aquella grosera duda, y que tu boca no se quede muda. Tu presencia lo es todo, tu ausencia la nada. Desnudate. Y regalame esa sonrisa, Desnudate etérea, así, sin prisa.   Que el simbólico pudor baje al abismo. Pero no tu beso ni t

Fosfeno

Ella se aferró a mí, como se aferra el viento a la montaña,  yo...talante...abrigue su cuerpo,  con el abrigo de mis brazos. Cerré los ojos,  y paulatinamente, desaparecí. Desee besarle el cuello, y en el intento, perdí la noción del tiempo. Al cerrar los ojos, pensé en que no volvería a verla. Lloré, y grite su nombre. Me perdí. De repente, su fémina figura... El fosfeno.  Mis ojos deseaban los suyos, Y partículas de ella, me abrazaban. Esa luminosidad, de su rostro, me dejaba ciego. Eran partes de su cuerpo,  bailando ante mí. Eran las letras de su nombre, en todos los colores. Escuche un estruendo, en el interior de mi cuerpo. Temblé, y solo quería besarla. Aferrarme a ella, como se aferro ella a mí. Y ahogarla, en el mar de mis besos. Y en una breve partícula de tiempo, dubitativo me dije: «¡Dejála!». Pero era paupérrimo el deseo. Mi cerebro, alucinaba. Alrededor de mi, giraba. Mi pecho, explo

Aquella tarde

Era una de esas tardes, en las que sumergido en mi hastío, contemple la gris escena, que acompaña mi tristeza. Pensar que serás de otro, de otro, que pueda darte, el amor,  que no pude darte yo, Empieza el dolor. Duele imaginar, que tu rostro de seda, descansaría en su regazo. Lo sabía, desde que me dijiste te amo. Y yo, aquí, adherido a este sufrir. Es así como debe ser, buscaste insaciable otro amor, uno que no sea como el mío, uno que te libre de penas, que nunca se termine de veras. En esta tarde, de primavera, no estas conmigo, ni estarás, y me siento gris    es el, quien te merece, y te merecerá. No. No voy a plañir. Mi voz se apaga sin ti, lo sé, pero por ahora bastará, con recordarme dormido en tus labios carmesí. Aquella tarde, te fuiste con el.. no se si sufriste, y sinceramente no me interesa. Pero, se que sonreíste.  Aquella misma tarde, volviste. Y te dije: «Aunque siempre te tenga el, yo te tendré eterna e