Ella se aferró a mí,
como se aferra el viento a la montaña,
yo...talante...abrigue su cuerpo,
con el abrigo de mis brazos.
Cerré los
ojos,
y paulatinamente, desaparecí.
Desee besarle el cuello,
y en el intento, perdí la noción del tiempo.
Al cerrar los ojos,
pensé en que no volvería a verla.
Lloré, y grite su nombre.
Me perdí.
De repente, su fémina figura...
El fosfeno.
Mis ojos deseaban los suyos,
Y partículas de ella, me abrazaban.
Esa luminosidad, de su rostro,
me dejaba ciego.
Eran partes de su cuerpo,
bailando ante mí.
Eran las letras de su nombre,
en todos los colores.
Escuche un estruendo,
en el interior de mi cuerpo.
Temblé, y solo quería besarla.
Aferrarme a ella,
como se aferro ella a mí.
Y ahogarla, en el mar de mis besos.
Y en una breve partícula de tiempo,
dubitativo me dije:
«¡Dejála!».
Pero era paupérrimo el deseo.
Mi cerebro, alucinaba.
Alrededor de mi, giraba.
Mi pecho, explotaba,
y ella, solo me besaba.
Eran fosfenos de ella en mí.
La tensión salio de mi cuerpo.
Ella, fue la tierra fértil,
y yo, el verde pasto que la cubrió toda.
Caí, como agua en su cuerpo.
Débil ante ella.
Me cargó como se carga a un soldado herido.
Herido del amor.
Para cuando abrí los ojos,
Todo estaba oscuro.
Ella, dulce, seguía aferrada a mí,
Yo, me aferre mas a ella, con total frenesí.
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