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Era otra cosa


Sus ojos de miel,
parecían dos estrellas 
que se acercaban con timidez,

pero no era eso, era otra cosa...

Sus cejas y pestañas,
eran como un paraíso lleno de esplendor,
y pensar que ahí dentro, moraría cual ruiseñor,

pero no era eso, era otra cosa...

Su piel brillaba, 
como leche y escarcha.
Tan suave, tan bella.

pero no era eso, era otra cosa...

Su cabello como de terciopelo,
una cascada hermosa, 
oda a la belleza.

pero no era eso, era otra cosa...

Su boca que invitaba,
a contemplarla eternamente,
sería dulce su sabor.

pero no era eso,
era otra cosa, mi señor...

 Sus manos eran como de porcelana,
un tacto delicado,
casi como pétalos de una rosa.

pero no era eso, era otra cosa...

La figura de su cuerpo,
de pie, como estatua de mármol,
Obra de arte, de su creador.

pero no era eso, era otra cosa...

Sí, sus suaves curvas,
un suave sentir,
era como la vela que nunca se apaga.

pero no era eso, era otra cosa...

Yo se que otra cosa era,
lo que mas yo amaba.

Era algo diferente,
lo que a mí me cautivaba.

Era su mirada, un mirar de paz,
era su sonrisa, una indescriptible tranquilidad.

Era su sosiego, un rio apacible,
 un cielo despejado,

como un sol que no quemaba,
y que solo amor irradiaba.

Era su actitud tan cálida,
apacible calma,

como que si en medio de la tormenta,
esta pasara sin uno darse cuenta.

Era su esencia humana,
amabilidad que inundaba,

su cortesía y palabras dulces, 
servidas en bandejas de oro y de plata.

Era su cualidad noble de mujer,
de esa que hoy, ya casi no se ven.

Eso era lo que anhelaba,
como en un desierto se anhela el agua.

Era eso lo que admiraba,
era lo que hubiera querido,

cada día, cada mañana,
y cada tarde y cada noche.

Y cuanto duele,
Oh,  Dios mío, cuanto me duele,

No haberle dicho,
que la quería...

Mas hoy, justamente hoy,
ya es demasiado tarde.

Hoy le busco y ya no está,
ella será una estrella inalcanzable.

De las que solo se pueden mirar,
y nada mas.

Porque cuando vemos, las estrellas al cielo
vemos el pasado y solo eso.

Por eso hoy deberé nadar,
hacia la nada de este mar,

y así esperare a hundirme,
 en las aguas profundas y terribles,

del llanto, la tristeza y la soledad.

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