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Los buenos, siempre mueren

En el oscuro rincón de su memoria,
donde los recuerdos yacen ya sin pena ni gloria,
se esconde pues, la tristeza, la desdicha y el desdén,
de los buenos amantes, que siempre mueren.

Lágrimas de tormento y silencio de desesperanza,
acompañan el destino de los corazones nobles,
que se entregan amando sin medida,
sabiendo que nunca serán suficientes sino pobres.

El primer amor, es la sombra que persigue,
una marca indeleble en el alma,
pues nunca, por más que se desee,
se podrá llenar el vacío que la deja socavada.

Los buenos, los altruistas, los sacrificados,
siempre marchan solos en este mundo,
donde por ser buenos, son tomados como absurdo,
donde su amor se lo ve cual moribundo.

Pues a veces por no decir siempre,
el amor de los buenos no es correspondido.
Nunca es lo que se espera,
pues sabe a poco para quien receta el olvido.

Y así, en el ocaso de sus días,
se desvanece la luz de su existencia,
abrazados por la soledad y el hastío,
sabiendo que su destino, fue sellado desde el principio.

Porque nada es más terrible que llegar,
a la vida de alguien, que ya conoció su primer amar,
pues aunque ame con toda el alma,
nunca dejara esa huella, como la que el primero pudo dejar.

Los buenos siempre mueren,
sufren en silencio su destino amargo, 
ese de ser olvidados, ese de ser lindos,
pero a la vez pasajeros e incomprendidos.

Los buenos nadan en el mar de la lastima,
por ser únicos y etéreos, 
Y mueren por ser efímeros, y sorprendentemente, 
a la vez, eternos en las almas de aquellos...
 
...que sencillamente
no aprendieron a amar, ni lo harán.

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