Eran, tardes tranquilas,
cuando la lluvia caía.
Una vez, vos y yo corrimos,
hacia la sombra de un árbol,
Caminábamos las mismas calles,
entre risas y sin reparos.
Hablábamos de cualquier cosa,
tan solo para caminar bajo las nubes celosas.
Visitar a alguien,
era tan solo una excusa,
para buscarnos los ojos
y decirnos mil cosas en silencio.
Yo buscaba tu multicolor turbante,
el color de tu piel,
el canto de tu voz,
tu presencia relajante.
¡Que nos importaba el sol de las 2!,
¡que nos importaba, ensuciarnos los zapatos!,
si vos y yo, nos mirábamos,
y en esa mirada, nos amábamos.
¿Cuantas veces no me senté,
en la acera aquella,
te pedía agua, tan solo,
para a tu lado ver la noche caer?
¿Cuantas veces, no te amé,
y te dije "buenas noches",
como que si,
nunca mas nos volveríamos a ver?
Yo me dormía, pronunciando tu nombre,
y me despertaba, nombrándolo.
A las 7 am... ya estabas trabajando...
mientras yo a las 10 am, apenas despertando.
Mi teléfono, tenía un mensaje de voz:
"¡Levantáte dormilón!"
Y yo, dibujaba en mi rostro triste,
la sonrisa que para animarme me pediste...
Entre las 5 y las 6...
de aquellas tardes etéreas,
¿acaso no te busqué como agua al sediento
y como pan al hambriento?
Y si aquellas tardes hablaran,
y si aquellas calles hablaran,
Hablarían de nuestras eternas caminatas,
que parecían de un minuto, cuando en realidad eran horas largas.
Hoy te recuerdo, con dolor,
mi vida ha pasado sin pena, ni gloria.
No te tengo, y es imposible tenerte.
Pero soy feliz, porque se que a su lado, sos feliz.
Ahora tus tardes son amenas y llenas de risa,
sin embargo aquellas tardes a mi lado,
te veía sonreír, con una sonrisa, que como a ti,
la vi desaparecer, lentamente, como desaparece la brisa.
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