Era todo o nada, "tomálo hoy, porque mañana no se sabe", sus palabras sutiles y a la vez destructoras llenas de fútiles palabras, mas un sueño inconcluso, que estuvo muy cerca, tan cerca de alcanzarlo, pero solo fue un triste e iluminado sueño, sonriente por la luminosidad de la expectativa aquello que pudo pero no debió ser, y que cerca, tan cerca fue.
Mas de una vez, mas de una vez, y todo lo que pudo dejar grabado no en arena sino en roca de mar, bajo un sol de espectáculo que no hizo mas que dejarlo vivo o muerto, como si se tratara del descubrimiento de un nuevo cielo, o un nuevo universo como el que esta en nuestro interior y al final no fue mas. Porque mientras el recuerdo exista, una abeja triste morderá el venenoso polen Acónito, confundiendo su color u olor, pero como fuere, creyendo que es alimento y solo es veneno inmisericorde. No hubo respuesta, ni pregunta, solo una mutilación precisa del ala del sueño.
Y estuvo cerca, como cerca estamos de la muerte todos los días, porque con ella coqueteamos todos los días, cuando cae la noche, cuando los ojos cargados de cansancio hacen que caiga como el peso de un yunque estrepitosamente, entrando así en el sueño profundo, cada noche, durmiendo en la profundidad de lo subconsciente perdiendo la noción de todo cuanto hay al rededor y menospreciando el agraciado futuro del que podía convertirse en su posesión, asi de cerca estuvo, por segunda vez un sueño inconcluso, y borrado para siempre, para siempre.
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