Sabiendo que seria la maldición de una vida, la señora misma se afanó buscando lo que se sabia que no podía encontrar, y buscó en el lugar equivocado, porque no había uno correcto. La vida le pasó la cuenta, cuando en el minuto menos oportuno, cerro su memoria para describir lo indescriptible, ese viaje a viejos recuerdos llenos de ternura y acidez mental, amor que se convirtió en repugnancia, una malévola tendencia que termina en asco, como el sentimiento que produce ver la bili expulsada por un ser humano y luego saboreada por un gato. Es hacia eso a lo que lleva el apego desmedido a un débil alto, del que jamas podrá detenerse para siempre.
Un recuerdo sin color y sin forma, como algo que solo puede sentirse, demasiado abstracto para la mente, son las melodías pusilánimes que ensordecen el ambiente, y que con poco hace mucho, lamentose de no tener el poder de regresaren el tiempo como una vez lo hizo Alexander Hartdegen una vez, viajando hacia el pasado o hacia el futuro, algo que solo es posible en la ficción, nada mas ahí.
Dejar que la mente sea libre como libre es el viento de llegar a donde sea, y por favor deja ya de recordar ese pasado mórbido y absorbido por el tiempo, asqueroso, pero a la vez hermoso, un viaje que la señora, mujer vida, contenciosa pero nada aburrida, un viaje para el olvido, mas no el olvido eterno. Veo un regresarse del viaje, mas nada, mas nada.
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