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Cerca de tu pecho, te dije adios.



Cuando aun estaba oscuro,
y el agua como hielo,
rasgó mi piel,
Yo fui hacia el encuentro de la lejana mujer.

Su pecho, su regazo,
fue la almohada de mis penas.
Y sin embargo, hoy la recuerdo,
frente a la montaña verde.

El camino iba hacia.. no sé donde,
ni tampoco sabía por qué.
Pero ella estaba en mis ojos.
Su ropa se habría visto mejor guardada.

Un rayo de sol iluminaba nuestro sendero,
el camino era lento y a la vez tan bello.
Su voz era un misterio y su silueta me callaba.
Pude besarte,  y ¿qué?.

En nuestros corazones, sabíamos que eterno no seria,
porque nada es eterno, ni el universo entero,

Por que cuando así lo quiera,
puede destruirlo su dueño. 



  Tenia, esa ceja coqueta, 
y debajo de ella dos estrellas, dos estrellas.
Un resplandecer en su piel.
como pequeños diamantes. 

Y observaba yo, su regazo,
como niño deseando dormir,
como para buscar la paz anhelada,
como para por casualidad, su boca encontrar.

Eran  bonitos, los minutos,

porque los pasaba contigo.
Porque sabia de momentos amargos,
y sin saberlo, eras quien estaba a mi lado.

Tu especie esta desapareciendo,  
La vida resulta impredecible.
Nuestros cuerpos cerca,
y lejos, lava del volcán que teníamos detrás.

Habemos quienes amamos el silencio,
y llegamos a odiarlo, cuando la fémina voz calla,
cuando la sutil piel, ya no nos acompaña,
y pasamos así, de saborear la miel, a saborear la hiel.

Porque los vasos de la tristeza,
se han ya rebalsado,
porque tantos besos hemos profesado,
y porque nos teníamos un adiós muy bien guardado.
 
Pero buscamos un tesoro,

escondido en lo recóndito,
en lo disimulado y diminuto de este mundo,
y lo desenterramos para volver a enterrarlo.

Y regresamos de nuestro viaje,
y aprendí que tus labios fresas,
 se convirtieron en mi presa,
y que de una u otra manera, 

cerca de tu pecho te dije adiós,
  junto al estallido abrupto  de la pasión,
  de repente, en mi corazón hubo cual explosión.

A través del vidrio supe que nos perderíamos.


Su pecho, Su regazo,
fueron la almohada de mis penas.
Y sin embargo, hoy recuerdo,
que le dije adiós, sin ella saberlo.

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